En
mi primer viaje en solitario a Mozambique, he experimentado sensaciones
que en mis dos viajes anteriores, no había sentido.
En esas dos ocasiones anteriores,
acompañando como voluntario a otra gente, las sensaciones se limitaron
al conocimiento de algo distinto, nuevo para mí, pero que en el
fondo se podía hacer las cosas mucho mejor.
A la vuelta de mi segundo viaje
en abril de 2011, es cuando fuí consciente de que efectivamente
las cosas se podían hacer de otra manera, que el objetivo final
debía de ser la gente y no que la gente fuera el conductor para
obtener otros fines que no tienen nada que ver. Esto ocurre cuando detrás
de determinadas organizaciones se esconden ideologías políticas,
religiosas y de otras clases.
Ese segundo viaje fué
el catalizador para decidirme a dar el paso y emprender proyectos en solitario.
Evidentemente esa soledad
es relativa, ya que es un camino en solitario respecto a otras asociaciones
ya existentes, no a que yo haya tenido el valor de montarme en un
avión y presentarme allí a ver qué puedo hacer.
Durante mis dos primeros
viajes, he conocido personas con un corazón enorme y ganas
de hacer cosas, personas sin las cuales me sería imposible
hacer nada.
Ya no son personas que
conoces y con las que símplemente colaboras en conseguir
fines comunes, sino que se han convertido en verdaderos amigos.
Esta amistad es la que
me ha dado la oportunidad de conocer mucho mejor esa cultura extraordinaria
que es el pueblo de Moçambique.
Hay de todo, como en
cualquier lado, pero en general la gente de Moçambique es
amable, generosa y noble, con un gran sentido de la gratitud, sin
hipocresías, fieles a su cultura y sus tradiciones ancestrales,
algo que nosotros ya sólo tenemos en los libros de historia.
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He conocido gente anciana,
adulta, joven y niños, de todos ellos me he llevado algo
en mi recuerdo, pero particularmente de los niños y niñas,
de los que a pesar de ser eso, niños, he aprendido muchísimo.
En general vivir una
experiencia como esta te cambia la vida, te cambia la forma de pensar
y cuando vuelves, ves la sociedad "moderna" en la que
vivimos, de una manera muy distinta. Con independencia de los trabajos
realizados allí, lo que yo me he traido es desde luego, una
experiencia inolvidable.
Francisco
Asensio López.
Enero,
2012
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